Entrada nº 3: Pasada rallada, siempre presente

Fin del camino. Un precipicio se muestra ante mí, ocultando su fondo. No soportaría detenerme ahora. Sencillamente no puedo. Voces de todas las opiniones se alzan en mi interior generando confusión, sabedoras de que ninguna se impondrá a las demás. Sé que ese conocimiento les divierte. Pero ¿quién es la conciencia que exterior y fríamente las analiza, quién soy yo, quién está razonando esto? ¿Soy acaso un mero envoltorio físico cuyo mando se turnan alteregos que responden al estímulo de turno? ¿Soy simplemente una terminal emocional interconectada al entorno?
Voy a saltar.
Un presentimiento, sólo eso. Cuando llegue al fondo del abismo que sin haberme retado ni mirado, que ignorándome, que por su sola presencia, me ha desafiado, presiento que sólo seré uno. Sólo yo sobrevivíré a la caída.
Me parece oír a la locura murmurar mi nombre desde la negrura de la infinitud vertical que se abre ante mí.
Quiero devolverle el saludo.