Entrada nº 18: Llueve

Acabas de leerlo y... mierda.

Como dos gotas de agua que se niegan a fundirse con el torrente y perder su esencia, su espíritu, su rebeldía. Las dos saben que dejarse caer será su final. Ninguna gota puede nadar contracorriente.

La lluvia cesó hace mucho, pero ahí siguen, empecinadas en flotar y desafiar al universo. Tan sólo unos centímetros les separan de la superficie transparente, vacía, sin alma. Son sus sueños los que les sostienen. Pero ambas saben que algunos sueños también duelen.
Cuando te aislas en el refugio de lo diferente das por sentado que estás solo. Si tu experiencia es buena, hay paz. Si es mala, hay dolor. Eligió flotar con sus sueños y su dolor. Un dolor que duele. Olvida todo el daño que te hayan hecho en la vida. Este dolor no es definible.
Arrogancia acuosa, la creencia de autismo emocional por incapacidad del resto para comprenderte y no inundarte con eufemismos y sandeces hace que infravalores a la otra gota. Está cerca. También lucha. Pero no sabe nada.

Acabas de leerlo y... mierda.

Recuerdas todo.
[...]
Lo recuerdas todo.
Te miras y no sabes si luchas como gota de agua o como lágrima salina. Ni siquiera sabes si flotas porque luchas o simplemente porque te evades.
Apartas esos pensamientos. Por hoy ya has perdido mucho. Ahora sólo quieres buscar la refracción de la luz en esa gota que te ha deslumbrado. Buscarla, encontrarla como sea. Y darle las gracias. Jurarle que no olvidarás nunca lo que ha hecho por ti. Decirle que no puedes compensarle con una sonrisa porque en estos momentos sólo eres una unidad líquida de volumen sin rostro, pero que le debes una.
Como gota sabes que no hay nada más intenso que un silencio, así que le pides que se aísle sensorialmente por unos segundos depués de leer esto, y entienda lo que siento:
GRACIAS