Entrada nº 24: Sobre lo absurdo de soñar

Jeje. Es curioso. La vida; el futuro. Todos somos reyes, sin excepción. Reyes ocupantes de un trono en un castillo en el aire. Soñadores. Refugiados de guerra en esta lucha contra la inexpugnable rutina. Fantasiosos. Víctimas del engaño de compararnos, como parte de una ingente masa de población, a elegidos por la providencia que destacaron por encima del resto de mortales. A todos les pasa, ninguno reacciona. De repente un día el tipo callado y de mirada triste con el que nadie hablaba aparece en la oficina con una uzi y vacía los cargadores en las tripas de los jefes de sección. "¡El mundo está loco!" dirá la prensa. Claro que lo está. El problema es que nos creemos diferentes. Que soñamos con mil trenes hacia lugares maravillosos que mañana tomaremos. "Todo cambiará, todo cambiará". No eres especial. Nada va a cambiar. La última persona que piense en ti será el sepulturero que maldiga lo que pesa tu ataúd.

"El hombre es un sutil grano de arena;
una gota de agua en el mar hondo;
la luz de una luciérnaga entre el brillo
eterno de los astros rutilantes...
¡Y sin embargo, sueña ser un día
océano, desierto... y aun estrella!"
(Villa-Espesa)