Entrada nº 94: Belicoso y belicosero

Te da un poco de miedo el romper el statu quo vigente, el frágil vínculo equilibrado que ha sobrevivido a la que fue una antigua y saludable amistad. Todo se reduce ahora a holas y adioses indiferentes, a aceptar que su voz siga sonando cuando quedas con los colegas, a ser pacífico y transigente, diplomático y cortés.
Pero entonces te das cuenta de que las cosas van cambiando sin que te des cuenta, leeeeeentamente,
como el avance de las estaciones. Tu estrategia de fría neutralidad es violada por los comentarios envalentonados y arrogantes del ex-amicus, que como país que empieza guerra sin haberla declarado, toca los cojones de forma sorpresiva y desleal. Desprecio público.
De ahí tu desconcierto. De ahí los vaciles que encajas hasta darte cuenta de que el hecho no es aislado.
Reunión del gabinete de crisis. Resolución: 100% del Gasto Público dirigido a la producción de maquinaria bélica. Campañas de publicidad difamatorias contra el objetivo. Discursos llenos de odio para las masas. Rencor exponencial.
Hasta que un día estás en tu cuarto y te descubres pensando en cómo reaccionarías si te atacara de forma realmente ofensiva. En las ostias que le meterías. Aprietas los puños sintiéndote fuerte, sintiendo como tus nudillos tienen sed, sabedor de que saben que ellos son más duros que los huesos del ex-amicus, que nada tienen que temer de la 3era Ley de Newton , y sí mucho que disfrutar.
Descubres ,divertido ,que realmente deseas su ataque. La excusa. El desencadenante.

Es como en el anuncio argentino ese de Sprite que ganó un premio hace un par de años en un festival de putablicidad; a lo mejor lo habéis visto. Alguien debería mostrárselo: "Psst, sprite tiene algo que decirte: Tu ex-amicus te tiene ganas"