Entrada nº 35: Metro, primera estación
-Ese tipo lleva ácido dentro del pecho, ¿no lo ves? -curiosas las conversaciones que puedes interceptar en el metro si pones la oreja.
-¿Qué? ¿Y eso a qué viene? -Son dos los amigos del asunto ajeno (sin contarme a mí) los que comercian con la vida de otro como moneda social para estrechar o conservar lazos y alejar el silencio.
-Porque conozco esa mirada, esa actitud. No necesito oler la corrosión ni ver el humo que escapa invisble por todos sus poros.
-Eh... vale, sí. Pero lo que no entiendo es qué quieres decir con que lleva ácido dentro del pecho, no el porqué lo dices.
-Es una metáfora -responde con un asomo de condescendencia -Ese hombre no tiene corazón, sino un recipiente que alguien ha llenado de ácido y que le está destrozando por dentro. -Involuntariamente el interés vence a mi discreción y levanto la vista un segundo del libro que hace rato que sostengo abierto sin leer para mirar al personaje que usa un lenguaje tan sutil y poco frecuente. Se ha dado cuenta, y parece que la idea de poder estar siendo escuchado por oyentes camuflados envalentona su ego. Vuelvo a esconder mis ojos en el libro y afino oídos -La víctima de un experimento al que aceptó someterse desconociendo los efectos secundarios.
-¿Qué? ¿Y eso a qué viene? -Son dos los amigos del asunto ajeno (sin contarme a mí) los que comercian con la vida de otro como moneda social para estrechar o conservar lazos y alejar el silencio.
-Porque conozco esa mirada, esa actitud. No necesito oler la corrosión ni ver el humo que escapa invisble por todos sus poros.
-Eh... vale, sí. Pero lo que no entiendo es qué quieres decir con que lleva ácido dentro del pecho, no el porqué lo dices.
-Es una metáfora -responde con un asomo de condescendencia -Ese hombre no tiene corazón, sino un recipiente que alguien ha llenado de ácido y que le está destrozando por dentro. -Involuntariamente el interés vence a mi discreción y levanto la vista un segundo del libro que hace rato que sostengo abierto sin leer para mirar al personaje que usa un lenguaje tan sutil y poco frecuente. Se ha dado cuenta, y parece que la idea de poder estar siendo escuchado por oyentes camuflados envalentona su ego. Vuelvo a esconder mis ojos en el libro y afino oídos -La víctima de un experimento al que aceptó someterse desconociendo los efectos secundarios.
Etiquetas: Prosa y verso
1 Comments:
¿Esto ocurrió de verdad? *-)
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