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Hoy es martes, noviembre 13, 2007 todavía

Entrada nº 81: No se me ocurre un título bueno, mira

Lo he hablado esta tarde con un amigo de la facultad: el problema es de base.
Hace más o menos un mes leí una entrada la mar de interesante en el blog de Kirai -un español que vive en Japón y nos habla de la cultura japonesa-. En ella se analiza uno de los rasgos más arraigados en Shushilandia: la perseverancia. Según dice, los japonesitos crecen rodeados de unas historias en formato manga en las que se ensalza este peculiar y valioso valor valeroso. Uno tiene un sueño, no importa cuál, y con curro y más curro se acerca a él.
¿Qué pasa en la cultura occidental? No sé si es algo psicosociológico -tampoco sé si existe esa palabra-, pero está claro que algo falla. Mientras en Japón la mayoría de historias hablan de esfuerzo y sacrificio (recompensados casi siempre, eso sí), en Occidente nos avasallan desde la cuna con historias épicas, cuentos de uno-entre-un-milón que es un pringao pero que tiene un gran talento oculto que no conoce, hasta que un detonante hace que con un poco de práctica acabe por eregirse como un semidios (¿No, Neo?). Seamos sinceros: siempre que veamos la historia de un pringadete atrapado en el planeta rutina y con un futuro incierto pero a todas luces normal como horizonte, nos identificaremos con él. El prota en la peli acaba por revelarse como un máquina en lo que sea, y nos decimos "ey, mola, ¡ése podría ser yo!". Pero ¿de qué forma se sale el héroe-protagonista-uno-entre-un-millón con la suya? Una de dos: o resulta ser efectivamente el elegido-uno-entre-un-millón y cuenta con un poder, habilidad, lo que sea, con el que o naces o no naces, o sólo hace falta que nuestra proyección fílmica del uno-más-en-el-montón diga "bueno, ya está bien", y nos muestre una par de secuencias de 30 segundos donde se le ve entrenando/practicando/estudiando duro con música de fondo. ¡Así de fácil! "Todo es ponerse", parece.
Nooo, de eso nada. No todos tenemos ese talento o habilidad que nos permitirá emerger del mar anonimato para expirar nuestro aire en la atmósfera Historia y decir "ahí queda eso" antes de erre-i-pe. Tampoco vale con decir "va ahora me pongo en serio". Las ganas caducan pronto, y ser perseverante no es fácil. Mas ¿cómo serlo si desde la cuna hemos mamado que (nos han amamantado con) que no es necesario porque cada uno de nosotros somos especiales, únicos y de un potencial bruto dormido espectacular? Demasiado tiempo viendo como normal unas historias que son excepcionales.
Por eso yo bautizo a esta generación con el nombre de generación-Rocky.
Sí, ya sabéis, Rocky, ese boxeador que era tan malo en lo suyo que tenía que ganarse la vida como matón, hasta que le llega una oportunidad y con sólo 2 meses de duras secuencias de entreno con la mítica banda sonora de fondo llega a poder tutear en el ring al campeón de los pesos pesados. Joder, si sólo 2 meses de entreno le separaban de ser campeón de los pesados ¿por qué era tan paquete?. Ahí falla algo. Un puto fallo de base. Un mal ejemplo que se repite y repetirá.
Mientras tanto, sigamos soñando con un mañana glorioso. Todos nuestros esfuerzos en soñar.

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