"Ohhh, no. Iba a sacar dinero del cajero automático, he metido la cartilla y el hijo de puta se la ha tragado. El banco está chapado, tendré que volver otro día a que me la den"
Tras tan extraordinario suceso, arranca un no menos extraordinario protocolo de banco. Bueno va, en verdad no es tan guay. Simplemente, algún empleado de banca revisa cada tarde los cajeros, pilla las cartillas y tarjetas que el cajero de la oficina se haya tragado, y las guarda en una caja del almacén para devolver al cliente que vaya recuperarlas en el futuro.
Por supuesto, si el cajero se tragara una cartilla/tarjeta en horario de oficina, un empleado la recuperaría en el mismo momento tras ser avisado por el cliente.
6 de Agosto. Un día como otro cualquiera en la oficina. Hasta arriba de clientes deseosos de cargarte el muerto de su estupidez. La fórmula "qué cojones será este documento? nah, lo llevo al banco y ahí me dirán" está más de moda que nunca.
-"Señora, este recibo está DOMICILIADO. Ya se lo han cobrado cargándoselo a cuenta". Da igual. Da igual.
-"Yo sólo quiero pagar esto! soy cliente eh?"
-"N.O P.U.E.D.E P.A.G.A.R U.N. R.E.C.I.B.O D.O.M.I.C.I.L.I.A.D.O"
-"Pues hasta hoy siempre lo había hecho así" -"¡MIENTES!" piensas para ti, pero se lo explicas de nuevo con una sonrisa.
ZEN. Z-E-N. ZEN POWER.
Sigue la mañana. Debe ser la "Semana Fantástica de Blanqueo de Dinero" en el Corte Inglés, porque no paran de llegarte clientes para hacer ingresos de más de 5mil euros en efectivo. Contar dinero. Teclear cuenta. Verificar cuenta rápidamente. Recontar dinero.
-"Caballero, necesito su DNI para hacer una fotocopia"
-"¿Y eso por qué? Hago este ingreso cada mes y a mí nunca me han fotocopiado el DNI" - "¡MIENTES!" piensas para ti, pero le explicas amablemente que por normativa del Banco de España, en toda operación de movimiento de capital que supere o iguale los 3mil euros se debe hacer una fotocopia del DNI/Tarjeta de Residencia del cliente que ordene la operación.
Te entrega su DNI con la expresión "Putos Bancos" en la cara.
ZEN.
Pasa la mañana. "Devuélveme este recibo que tengo domiciliado en una de mis 20 cuentas. ¿En cuál? No sé, búscalo" . "Este movimiento no sé de qué es, míramelo. En efecto, soy un incompetente que no sé ni lo que pago con la tarjeta". "Quiero cambiar estos 33 dólares canadienses a euros. ¿Estás comprobando en la base de datos que los billetes son reales? ¿Es que nunca antes habías visto dólares canadienses? Qué ofensa para Canadá y para su glorioso pueblo". "Mira, me sacas de esta cartilla 300 euros, me metes 13 en esta otra, 32 en esta otra de aquí, 43 me los ingresas en este número de cuenta que te estoy dictando ahora mismo según hablo porque paso de usar los formularios del banco, y lo que quede me lo das en billetes de monopoly". "Quiero cobrar este cheque en efectivo. Cómo que me cobráis comisión porque sea de otra oficina? Putos bancos cobráis por todo. Pero no te preocupes, cuando me pagues habré olvidado lo de la comisión que me vas a cobrar y montaré un pollo porque aquí-falta-dinero". "Vengo a sacar dinero. Sólo tengo la tarjeta. ¿Cajeros automáticos, qué es eso? ¿Que sin cartilla no puedo sacar por ventanilla? ¿Que me aumentas el límite de disposición de efectivo disponible diario de la tarjeta para que pueda sacar lo que quiero por cajero, y que luego me reduces el límite a su cantidad original sin tener que hacer cola? Eso suena demasiado complicado para mí y demasiado sencillo para ti a la vez".
La mañana prosigue de manera deliciosa. De pronto El Reciclador, esa máquina del tamaño de una CPU de los años 80 en torno a la cual gira el equilibrio del universo de la oficina, esa deidad capaz de absorber y realizar remesas en efectivo de miles de euros sin inmutarse, se ha atascado cuando le has pedido un puto y miserable reintegro de 500 euros.
"ATASCO EN RODILLO F"
Bien. Analicemos la situación. Primer problema: no sabes qué demonios es un rodillo F. Abres a Dios con cuidado, y empiezas a revisar todas sus entrañas con una mezcla de miedo y devoción. Ahá, varios billetes están donde no deberían estar. Sigues buscando. La cosa se alarga. El cliente empieza a mirarte con cara de impaciencia mientras tamborilea en el mostrador. Sigue el ritmo de entrada de clientes, pero no sale ninguno porque Dios ha muerto como anunció Zaratustra, y no se puede atender clientes por el momento. La gente empieza a comentar en voz alta lo vergonzosamente despacio que avanza la cola y la prisa que tienen porque les cierran la puta farmacia (VIEJAS DE MIERDA). Eso sólo suma presión a la delicada operación de arreglar el reciclador. Gran tensión, actividad contrareloj y manipulación de máquinas complejas cuya naturaleza debes intuir más que comprender. Artificieros financieros. Consigues recuperar los 500 euros. Sin embargo, el sistema te lanza un mensaje de que a pesar de que se ha desatascado el reciclador, no te ha dado aún los 500 euros. - "¡MIENTES!"piensas para ti. Incluso las máquinas tratan de engañarte. Perfecto, eso quiere decir que al final del día tendrás en tu caja un hermoso descuadre de 500 euros. Sabes dónde está el descuadre exactamente, pero El Reciclador no. A la hora de cierre, tendrás que echar media hora extra para explicarle contable e informáticamente a una máquina un fallo que esa misma máquina ha cometido. Bienvenidos al Siglo XXI.
Bien. Avanza la mañana. La oficina está hasta las trancas de gente malhumorada que lleva haciendo cola demasiado tiempo por los caprichos de Dios. Pero ellos nada saben de Él. A sus ojos, tú eres el patán incompetente que les ha robado 15 minutos de sus excitantes, oh, excitantes vidas.
Siguiente.
Un tipo de origen sudamericano se planta delante de tu puesto, y te dice:
-"Que se me quedó atascada una cartilla en el cajero". Y se queda en silencio. Nada más. Nada de "buenos días". Nunca un "por favor". Jamás un "podría usted". Ni siquiera te dirá lo que quiere. Nunca lo hacen. Eso sería poner las cosas demasiado fáciles. El cliente siempre te da pistas, no peticiones concretas. Eso sí, si luego no haces lo que querían pero no pidieron habrá lío.
Bien. Te figuras que lo que quiere es que le recuperes la cartilla.
-"¿En qué cajero se quedó atascada?" preguntas mientras te das cuenta de que te vas a tener que levantar de tu puesto, dejar de atender al público, e ir a abrir un puto cajero mientras la cola de la oficina ya de por sí cuantiosa aumenta anunciando lo que parece una sublevación de los clientes. La Toma de la Bastilla no será nada al lado de esto. Las viejas cuyas farmacias están dramáticamente a punto de cerrar están tomando posiciones. Por el rabillo del ojo ves cómo hacen corrillos y cuchichean cosas mientras te miran de vez en cuando y asienten con la cabeza. Debes actuar deprisa.
-"Se quedó atascada en el cajero de fuera". Sonríes. ZEN POWER.
-"Caballero, FUERA HAY T.R.E.S CAJEROS. En cuál de ellos exactamente?"
-"Ah. Pues.... en el primero a la izquierda" - "NO será en el primero a la izquierda", piensas para ti. "No puede ser tan fácil".
-"De acuerdo caballero, en seguida se la traigo". Una colección de ojos repletos de rencor se me clavan en la nuca.
-"Y ahora encima se van y dejan el puesto vacío! esto es una vergüenza", oigo de lejos. Maldición. El discurso de las viejas ha calado entre el resto de clientes. Se masca la tragedia. Aprisa, no queda tiempo!
Entras en la sala donde están las tripas de los tres cajeros que dan a la calle. Miras en el que te ha dicho. Nada en la bandeja de rechazo de cartillas. Miras en todos los putos rodillos del engendro mecánico "¿alguno de estos rodillos será también un Rodillo F?", te preguntas. Estás desvariando claramente. A estas alturas las viejas puede haber tomado ya la oficina. ¡Concéntrate!. Cierras el cajero. Miras en los otros dos siguiendo el mismo meticuloso método. No está. Bien.
Buscas al cliente dueño de la cartilla atravesando un peligroso camino repleto de miradas afiladas.
-"Caballero, su cartilla no está atascada en ninguno de los cajeros de fuera. Quizá el cajero ya la ha expulsado por donde usted la introdujo, le aconsejo que vaya a la calle y mire en..."
-"No, si a mí se me atascó la cartilla el lunes pasado".
PAUSA
Flexionas ligeramente las rodillas, das un paso con la pierna izquierda hacia delante, metes la cadera y lanzas un potente y certero derechazo al rostro del cliente. Sientes un punzante dolor en el nudillo, pero te ha gustado y quieres más. El cliente sale despedido contra la pared, y cuando está a punto de desplomarse te tiene de nuevo delante. Tras un rápido avance, apoyas el peso en el pie izquierdo y giras tobillo y cadera para endosarle un hermoso crochet izquierdo en el mentón. Brutal, lo has clavado. Cae al suelo. Las viejas gritan, tu compañera te mira con terror sin reaccionar. Todo tu alrededor es un caos, pero en tu interior sólo hay concentración y determinación. Y eso da paz. Te arrodillas sobre el cliente. Está tumbado de espaldas. Pegar a alguien que está de espaldas está mal. Le das la vuelta. Empiezas a golpearle el rostro. Crujidos secos te responden. En este mundo fallan demasiadas cosas, y él va a pagar los platos rotos. El frenesí en el que te hayas disfraza tu dolor. Sigues. En el 4to golpe se te ha jodido la muñeca izquierda. En cuanto se enfríe va a doler mucho, pero ya te preocuparás de eso luego. Crujidos. Más. Más crujidos. Los nudillos arden como astillas incandescentes. Nada los detiene. Lo atraviesan todo. La sangre es caliente y pegajosa. Adiós corbata. Con lo que vale la tintorería, mejor te pillas ya otra nueva. Nunca antes habías..
-".. ¿Oiga?¿Me ha oído? El lunes pasado fue"
FIN DE PAUSA
-"Disculpe, ¿se le quedó atascada el Lunes, dice? -Parpadeas un par de veces. Sonrisa amable- No se preocupe caballero, la tendremos en el almacén entonces. Ahora mismo se la traigo".
-"Ah. Gracias".
-"Y ahora se vuelve a ir", se oye.
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